LA TÉCNICA DE LA IMAGINACIÓN ACTIVA (y 3) Traductores de MC - 27/11/2002A través de la obra cumbre de Jung, Mysterium Coniunctionis, culminamos esta recopilación de datos sobre la técnica de la Imaginación Activa. NOTA PREVIA: Tercera y última parte del artículo que incorporamos en nuestra anterior Web ("Templarios- Alquimia-Jung y Guénon, hacia 1998-1999).Mysterium ConiunctionisLa técnica de la Imaginación Activa se encuentra ampliamente explicada en la obra más importante escrita por Jung y, lamentablemente, todavía no editada en español [a esta fecha del 2002 ya está publicada por ed. Trota]. "Mysterium Coniunctionis" es la "summa" junguiana, y en esta magna, en la que desvela el simbolismo alquimista en términos junguianos, expone diversos conceptos claves de la Imaginación Activa. Creemos que tal descripción es importantísima para los analistas y junguianos, de ahí que optemos por transcribir tales indicaciones de Jung porque despejan muchas dudas y, al mismo tiempo, nos anima a adentrarnos en esta técnica que Jung aplicó en sí mismo desde que comenzó a gestar su propia Psicología de las Profundidades. La descripción a la que nos referimos de Jung se atiene a su interpretación psicológica del Opus alquimista de Dorn. La primera "coniunctio" correspondería al conocimiento de la sombra, lo que conllevaría la recuperación de lo que tenemos disperso fuera de nosotros debido a las proyecciones, vinculadas al inconsciente personal fundamentalmente. La segunda etapa, que es la de la imaginación activa, trataría de materializar o concretizar las imágenes del inconsciente -entre ellas las provenientes de los afectos- merced a una colaboración consciente y activa por parte de nuestro ego. Y la tercera etapa sería el "Unus Mundus", su inclusión consciente en él. Y como no hay nada mejor que leer directamente de la fuente primera, y evitar intermediarios, como sería mi posición, he aquí lo que Jung ha escrito sobre la Imaginación Activa en "Mysterium Coniuntionis" . Doy las gracias al gran corazón y generosidad de Manuel Cabrera y de quienes él sabe, que en un buen ejemplo de "hermandad junguiana" , me han facilitado el texto que los lectores van a poder leer a continuación, para los que serán de gran ayuda, sin duda, las indicaciones -y advertencias- al respecto dadas por Jung, tanto o más como lo han sido y lo seguirán siendo para mí.
PÁRRAFO 705 "Este es un método que es utilizado espontáneamente por la propia naturaleza o que puede ser enseñado al paciente por el analista. En general se presenta cuando el análisis de los contenidos psíquicos ha constelado los opuestos en tal medida que la unificación, la reunión (síntesis) de la personalidad se vuelve una necesidad imperiosa. Una situación de este tipo se produce inevitablemente cuando el análisis de los contenidos psíquicos, de la actitud del paciente y en particular de sus sueños, ha hecho conscientes los temas y las imágenes complementarias y compensadoras del inconsciente, hasta el punto de que el conflicto aparentemente insoluble entre la parte consciente y la parte inconsciente de la personalidad se hace evidente y crítico. Cuando esta confrontación se limita a ciertos aspectos parciales del inconsciente, el conflicto es más o menos anodino y su solución es simple; el enfermo, con lucidez y una pizca de resignación o de resentimiento, se coloca del lado de la razón y de la convención. Aunque los temas inconscientes son rechazados de nuevo, y se vuelve en apariencia a la situación anterior, el inconsciente queda satisfecho hasta cierto punto, pues el sujeto debe en lo sucesivo efectuar un esfuerzo consciente por vivir según sus principios y, además, resentimientos inoportunos vendrán constantemente a recordarle la existencia de los valores rechazados. Cuando por contra el conocimiento de la sombra es tan completo como él sea capaz de hacerlo, sigue un conflicto y un estado de desorientación, un Sí y un No de igual fuerza que él no podrá resolver con una decisión racional. El no puede transformar su neurosis clínica en las neurosis menos llamativas del cinismo, resignación o resentimiento; en otros términos, el sujeto no puede ya utilizar tales máscaras para disimular la presencia de la antítesis. El conflicto exige una solución real y reclama un tercer término en el cual los opuestos puedan unirse. La razón con su lógica se encuentra de ordinario obligada a abdicar, pues no existe un tercer término dentro de una alternativa lógica. La solución ("solvent") no puede ser más que de un orden irracional. En la naturaleza, el equilibrio entre contrarios es siempre un proceso, es decir, un fenómeno energético: es una producción simbólica en el sentido más propio del término, haciendo algo que exprese ambos lados, de igual manera que una cascada representa simultáneamente lo alto y lo bajo y sirve de mediadora entre ellos. La cascada es en este caso el inconmensurable tercer término. En un conflicto abierto y no resuelto, se ven surgir sueños y fantasmas que, como la cascada, ilustran la tensión y la naturaleza de los opuestos preparando así la síntesis.
PÁRRAFO 706 Como he dicho, este proceso puede tener lugar espontáneamente o ser inducido artificialmente. En el último caso escoja un sueño o alguna otra imagen-fantasía, y concéntrese sobre ella contemplándola y reteniéndola. También puede utilizar el mal humor como punto de arranque, y entonces intente averiguar que tipo de imagen-fantasía se produce, o qué imagen expresa este estado de ánimo. Luego fije esa imagen en la mente concentrando su atención. Normalmente se alterará, pues el mero hecho de concentrarse en ella la animará. Las alteraciones deben ser cuidadosamente anotadas todas las veces porque ellas reflejan los procesos psíquicos en el fondo inconsciente, los cuales aparecen en forma de imágenes constituidas por los recuerdos de la memoria consciente. De esta manera consciente e inconsciente se unen, de la misma forma que una cascada conecta lo de arriba con lo de abajo. Una cadena de ideas de fantasía se desarrolla y gradualmente asume un carácter dramático: el proceso pasivo se pone en acción. Al principio consiste en figuras proyectadas, y estas imágenes se observan como escenas en el teatro. En otras palabras, usted sueña con los ojos abiertos. Como regla, hay una marcada tendencia simplemente a disfrutar este entretenimiento interior y no pasar de ahí. Entonces, por supuesto, no hay ningún progreso verdadero, sino sólo variaciones interminables sobre el mismo tema, lo cual de ningún modo es el objetivo del ejercicio. Lo que se representa en el escenario todavía sigue siendo un proceso de fondo; no mueve de forma alguna al observador, y cuanto menos lo mueva menor será el efecto catártico de este teatro privado. La pieza que está siendo interpretada no requiere simplemente ser observada imparcialmente, quiere forzar a su participación. Si el observador entiende que su propio drama está desarrollándose en ese escenario interior, él no puede permanecer indiferente a la trama y su desenlace. Él notará, cuando los personajes aparezcan uno a uno y la trama se complique, que todos ellos tienen una relación definida con su situación consciente, que está siendo dirigido por el inconsciente, y que eso provoca que las imágenes-fantasía aparezcan ante él. Por consiguiente se siente compelido, o animado por su analista, para que tome parte en la obra y en lugar de sentarse simplemente en un teatro, le pide cuentas a su "alter ego". Pues no existe en nosotros nada totalmente exento de contradicción, y la consciencia no puede asumir posición alguna que no haga surgir en alguna parte de las esquinas oscuras de la psique, una negación, o un efecto compensatorio, aprobación o resentimiento. Este proceso de aceptar las condiciones del Otro que hay en nosotros bien merece la pena, porque de esa manera nosotros conseguimos conocer aspectos de nuestra naturaleza que no permitiríamos que alguien nos mostrara, y que nosotros mismos nunca admitiríamos. Es muy importante fijar todo este procedimiento por escrito en el momento que se produce, ya que entonces tienes la evidencia ocular que neutralizará eficazmente la tendencia, siempre lista, al auto-engaño. El comentario de un testigo presencial es completamente necesario al tratar con la sombra, pues de otro modo su realidad no puede ser concretada. Sólo de esta forma dolorosa es posible obtener una visión positiva de la naturaleza compleja de nuestra propia personalidad.
PÁRRAFO 749 Tome el inconsciente en una de sus formas más a mano, diga una fantasía espontánea, un sueño, un estado de ánimo irracional, un afecto, o algo parecido, y opere con él. Ponga atención especial, concéntrese sobre ello y observe objetivamente sus modificaciones. No ahorre ningún esfuerzo para consagrarse a esta tarea, siga las transformaciones subsecuentes de las fantasías espontáneas atenta y cuidadosamente. Sobre todo, no deje que ningún elemento externo entre en la operación, ya que la imagen-fantasía tiene "todo lo que necesita". De esta manera, uno se asegura de no interferir por capricho consciente y dejar las manos libres al inconsciente. En resumen, la operación alquímica nos parece el equivalente del proceso psicológico de imaginación activa.
PÁRRAFO 752 Acontece que el hombre moderno no puede siquiera lograr la "unio mentalis" que le poosibilitaría realizar el segundo grado de la coniunctio. La guía del analista puede, sin duda, darle la intuición precisa para entender las afirmaciones provenientes de su inconsciente, mas cuando se llega a la cuestión de la experiencia real, el analista no puede ya serle de auxilio alguno pues tiene que ser él mismo quien ponga manos a la obra. Se haya entonces en la situación del aprendiz alquimista que se instruye junto a un maestro aprendiendo de éste todas las habilidades manuales del laboratorio. Pero llega un momento en que necesita ponerse él mismo a la obra, pues como resaltan los autores, ningún otro puede ejecutar esto en su lugar. Así que al igual que este aprendiz, el hombre moderno comienza con una prima materia indecorosa que se ofrece a él de una manera inesperada -una fantasía despreciable que, como la piedra rechazada por los constructores, es arrojada a la calle, "in via eiecta", y es "tan vil" que los que pasan ni siquiera la miran. Él la observará día tras día y notará sus transformaciones hasta que sus ojos se abran o, como decían los alquimistas, hasta que los "ojos de pez", o chispas aparezcan en la solución oscura. Pues los ojos de pez permanecen constantemente abiertos y deben por ello ver siempre, razón por la cual los alquimistas recurrieron a ellos como un símbolo de atención sin desmayo.
PÁRRAFO 753 La luz que gradualmente amanece en él no es otra cosa que la comprensión de que su fantasía es un proceso psíquico real que le está ocurriendo personalmente a él. Aunque, en cierto modo, él lo ve desde fuera, imparcialmente, también es una figura que actúa y sufre en el drama de la psique. Tal reconocimiento es completamente necesario, y establece un avance importante puesto que mientras se limite a observar las escenas, sin más, es como el simplón de Parsifal, que se olvidó de hacer la pregunta vital porque no era consciente de su propia participación en la acción. Sucede entonces que el flujo de las imágenes cesa, entonces es como si no hubiera pasado nada, aunque el proceso se repita mil veces. Pero si él reconoce su propia implicación debe entrar en el proceso con sus reacciones personales, como si fuera una de las figuras del fantaseo, o más bien, como si el drama que está desarrollándose ante sus ojos fuera real (es un hecho psíquico que esta fantasía está ocurriendo, y en tanto que entidades psíquicas, es tan real como él mismo). Si esta decisiva operación no es llevada a cabo todos los caminos son abandonados al flujo de imágenes, y nosotros mismos permanecemos iguales pues, como dice Dorn, "nunca harás al Uno a menos que tú mismo te hagas Uno". Es, sin embargo, posible que si tenemos una fantasía dramática entremos en el interior de este mundo de imágenes como una personalidad ficticia, e impidamos por ello una participación efectiva; esto puede incluso dañar la consciencia porque nos volvemos víctimas de nuestras propias fantasías, y sucumbimos a los poderes del inconsciente, cuyos peligros son bien conocidos de los analistas. Pero si te pones en el drama como realmente eres, no sólo se gana en realidad, sino que también creas, por tu crítica de las fantasías, un contrapeso eficaz a las tendencias que se te escapan de las manos. Porque lo que está pasando ahora es una aproximación firme al inconsciente. Aquí es donde la unio mentalis comienza a hacerse real. Lo que estamos creando ahora es el comienzo de la individuación, cuya meta inmediata es la experiencia y la producción del símbolo de totalidad.
PÁRRAFO 754 Con frecuencia acontece que el paciente continúa simplemente observando sus imágenes sin considerar lo que significan para él. Puede y debe entender sus significados, pero esto es de valor práctico sólo mientras no esté suficientemente convencido de que el inconsciente puede aportarte valiosas intuiciones. Mas una vez que ha reconocido este hecho, también debería saber que tiene entonces en sus manos una oportunidad para obtener, por su conocimiento, la independencia del analista. Esta conclusión es la que no le gusta extraer, con el resultado de que frecuentemente se detiene en la mera observación de sus imágenes. El médico, si no ha tratado este procedimiento en sí mismo, no puede ayudarle a franquear este obstáculo -asumiendo, por supuesto, que existan razones imperiosas para proseguir el proceso. En tales casos no existe un imperativo médico o ético sino solamente un mandato del destino, por lo que pacientes que de ningún modo carecen de la necesaria perspicacia se estancan frecuentemente en este punto. Como esta experiencia no es rara, sólo puedo concluir diciendo que la transición desde una actitud meramente perceptiva, es decir, estética, a una actitud de juicio está lejos de ser algo fácil. En efecto, la psicoterapia moderna ha alcanzado este punto y está comenzando a reconocer la utilidad de percibir y dar forma a las imágenes, sea por medio del lápiz y el pincel o por la modelación. Se podría pensar también en una formulación musical, siempre que la música fuera realmente compuesta y transcrita. Aunque no he observado nunca en mi carrera casos de este género, el Arte de la Fuga de Bach parece presentar un ejemplo de esta clase, de igual manera que la representación de los arquetipos es un contenido básico de la música de Wagner. (Estos fenómenos, sin embargo, provienen menos de una necesidad personal que de una compensación inconsciente producida por el espíritu de la época, aunque no puedo discutir esto aquí).
PÁRRAFO 755 El paso más allá de una actitud puramente estética puede ser desconocido para la mayoría de mis lectores. Yo mismo he dicho poco sobre ello y me he contentado con indicaciones. Este no es un asunto que pueda tomarse a la ligera. Hice un intento hace ya treinta años sobre mí mismo y sobre otros, y debo admitir que aunque es posible y conduce a resultados satisfactorios, es también muy difícil. Puede aconsejarse sin dudar si un paciente ha alcanzado la etapa de conocimiento descrita anteriormente. Si encuentra la tarea demasiado difícil, renunciará de ordinario desde el principio y no franqueará nunca el peligroso impasse. El peligro inherente en un paciente que presenta disposiciones psicopáticas reside en el riesgo de desencadenar una psicosis. Esta posibilidad, muy desagradable, se presenta desde el comienzo del tratamiento, cuando por ejemplo, el análisis de los sueños ha activado el inconsciente. Pero si éste va tan lejos que el paciente puede hacer imaginación activa y dar forma a sus fantasías y no existen incidentes graves, no se debe temer en general un peligro serio. Naturalmente uno se pregunta qué miedo -si lo hay- le previene de dar el próximo paso, la transición a una actitud de juicio (el juicio por supuesto debiera ser obligatorio intelectual y moralmente). Hay razones suficientes para el miedo y la incertidumbre porque la participación voluntaria en la fantasía es alarmante para una mente ingenua y raya en una psicosis anticipada.
PÁRRAFO 756 Naturalmente hay una diferencia enorme entre una psicosis anticipada y una real, pero la diferencia no siempre se percibe claramente y esto da lugar a la incertidumbre o incluso a un ataque de pánico. A diferencia de una psicosis real, que se precipita sobre ti y te inunda con fantasías ingobernables que irrumpen del inconsciente, la actitud de juicio supone una implicación voluntaria en esos procesos de fantasías que compensa la posición individual y, en particular, la colectiva de la consciencia. El propósito manifiesto de esta implicación es integrar las aseveraciones del inconsciente, para asimilar sus contenidos compensatorios, y producir un significado global que haga la vida digna de ser vivida, y que para un número no pequeño de personas la haga posible. La razón por la que la implicación parece una psicosis es que el paciente está integrando los mismos materiales de fantasía de los que el enfermo mental cae víctima por no poder integrarlos, sino que es tragado por él. En los mitos, el héroe es el que triunfa sobre el dragón, no el que es devorado por él. Y sin embargo, los dos tienen que tratar con el mismo dragón. Además, no es héroe el que nunca se encontró con el dragón, o quien si lo vio una vez, declaró después que no vio nada. De la misma forma, sólo el que se ha arriesgado a luchar con el dragón y no ha sido vencido, gana el tesoro escondido, "el tesoro difícil de lograr". Sólo él tiene el título genuino de la auto-confianza, porque se ha enfrentado con el oscuro territorio de su "self" (Sí-Mismo) y así se ha ganado a sí mismo. Esta experiencia le da fe y confianza, la "pistis" en la capacidad del "self" para sostenerle, pues todo lo que le amenazaba de su interior, lo ha hecho suyo. Ha adquirido el derecho a creer que será capaz de superar todas las amenazas futuras con los mismos medios. Ha llegado a una certeza interna que lo hace capaz de autoconfianza, y lograr lo que los alquimistas llamaron la "unio mentalis".
PÁRRAFO 757 Por lo general, este estado está representado gráficamente por un mandala. Tales figuras contienen bastante a menudo claras alusiones al cielo y a las estrellas, y por ello se refieren a algo como el cielo "interior," el "firmamento", o el "Olimpo" de Paracelso, el Microcosmos. Es éste también ese producto circular, es decir el "cielo" que Dorn quería producir "por movimientos continuos de rotación". Como no es muy probable que él realizara alguna vez esta quintaesencia como un cuerpo químico, y no pretendió tampoco haberlo hecho, debemos preguntarnos si él se refería realmente a esta operación química o más bien, quizá a la obra alquímica en general, es decir, la transmutación del Mercurio "duplex" bajo el sinónimo del vino blanco y rojo, aludiendo así a la obra al blanco ("ad album") y al rojo ("ad rubeum"). Esta última hipótesis me parece más verosímil. De todos modos, se aludía a un trabajo de laboratorio. Dorn "perfiló" su intuición de un centro misterioso preexistente en el hombre, que representaba al mismo tiempo un cosmos, o sea una totalidad, mientras que él mismo permanecía consciente de que estaba representando el "self" en la materia. El completó la imagen de la totalidad con la mezcla de miel, hierbas mágicas y sangre humana, es decir lo que ellas significaban, tal como lo hace hoy día una persona que asocia numerosos atributos simbólicos al mandala que dibuja. Asimismo Dorn, siguiendo el antiguo modelo Sabeo y Alejandrino, atraía la "influencia" de los planetas ("stellae" inferiores) -o "Tártaro" y el aspecto mitológico del submundo- a su quintaesencia como el paciente hace hoy día".